Basta conocerla un poco para comprender que el agua está cansada de ser un líquido. La prueba es que apenas se le presenta la oportunidad se convierte en hielo o en vapor, pero tampoco eso la satisface; el vapor se pierde en absurdas divagaciones y el hielo es torpe y tosco, se planta donde puede y en general sólo sirve para dar vivacidad a los pingüinos y a los gin and tonic. Por eso el agua elige delicadamente la nieve, que la alienta en su más secreta esperanza, la de fijar por sí misma las formas de todo lo que no es agua, las casas, los prados, las montañas, los árboles.
miércoles, 28 de octubre de 2009
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9 comentarios:
Bueno, el hielo de un gin tonic mola, prefiero el de un Ballantines, y los glaciares son grandes talladores y generadores de cicatrices en la corteza terreste que nadie más podría hacer.
Gracias!!
Tan generoso como siempre en tus entradas...
Un beso enorme.
ese no saber qué quiere ser del agua, me ha recordado a la indefinición de algunas feminas... y no lo entiendo ;-)
el árbol de nieve, me apunto!
todos nos cansamos un poco de ser siempre como somos
para cuándo otra entrada???
Qué tal, Prax? A ver si actualizamos... no?
Por cierto, pásate por mi blog, tío, ¡acabo de publicar mi libro!
Un abrazo,
Jesús Domínguez
el agua es muy traicionera, hay que vigilarla ...
agua condensada
vapor
hielos en el vaso
sobre la piel
vapor de nuevo
A ver si reapareces, que se testá petando esto de cuadradicos, pavo. :S
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